miércoles, 16 de febrero de 2011

Silencio

  1. La soledad fortalece al hombre en sus propósitos, como la encina sostiene vigorosamente sus ramas para que resistan los vendavales.
  2. El silencio es útil como la boca del horno que no deja salir el calor, necesario para cocer el pan. Sé parco al hablar, como procuras mantener tibio el aire en tu pieza en el crudo invierno.
  3. Sólo Dios es santo, y los hombres -quien más, quien menos- tienen manchas y miserias: aprendamos por lo tanto a tratar más con Dios que con sus pobres criaturas.
  4. Se recomienda silencio por la mañana antes de la celebración de los sagrados Misterios, y por la noche después de la comida.
  5. ¡Qué hermoso dejarse guiar por el espíritu del Señor! ¿Prestamos atención y obedecemos a sus divinas inspiraciones?
  6. En el silencio y en la soledad se maduran las grandes empresas para salvar a la tambaleante sociedad.

Corrección

  1. Si quieren que les sea perdonado mucho, amen mucho a sus dependientes. Cuídense en especial de las tentaciones del capricho, de las actitudes sostenidas, cuando por caso suceda -o les parezca- que no son debidamente respetados. El premio a sus solicitudes lo han de esperar sólo de Dios.
  2. Los jóvenes estén siempre alegres y ocupados.
  3. Los huérfanos, que se nos han confiado, deben encontrarse en la Casa como y mejor que en sus propias familias.
  4. Lo que no se obtiene con los buenos modales raramente se obtiene con la fuerza de la autoridad. Se atrapan más moscas con un poco de miel que con cien barriles de vinagre.
  5. Es necesario hacerse amar, previniendo las faltas... Pegar es un desahogo de la pasión.
  6. Hay que reducir al buen camino con la fuerza de la persuasión, y no con castigos, los cuales, mientras ofenden la dignidad moral y causan sufrimiento físico en cuerpos a menudo enfermizos, nunca logran mover la voluntad. Tratemos que la acción de corregir se inicie con amor, dulzura y modo paternal: será una corrección lenta, pero segura.
  7. Recuerden que muchos defectos de los adolescentes son sólo liviandades y efecto del hervor de la sangre, y por lo tanto ni llegan a pecado o transgresión.
  8. Traten a los chicos con confianza y cariño, y a los mayorcitos como hermanos.
  9. Demuestren que aman a sus dependientes y las cosas que les pertenecen, pero no se dejen arrastrar por pasiones de patria o política.
  10. La juventud ama y quiere ser amada: por el afecto se abren muchas puertas para entrar en el santuario del corazón, para bien dirigirla.
  11. El profesor que desea brindar con provecho su enseñanza debe tener un alto concepto de su cargo; pero no olvide que los padres le confían a sus hijos para que cuide de ellos como otro "padre".
  12. El que enseña debe atender -él mismo- con aplicación a crecer en el estudio y en la vida virtuosa.
  13. Hay que proporcionar la corrección en la tierna edad del niño; el castigo debe ser moral: a menudo una sola mirada basta; una palabra de reproche, una nota mala puede resultar un castigo eficaz.
  14. Los jóvenes están muy sujetos a las impresiones de simpatía y antipatía: sea muy cauteloso el maestro.
  15. El maestro debe ser hombre de oración, debe tener caridad y buen corazón.
  16. Sea lento en castigar; cuando sea el caso, cuídese de obrar con ira, muéstrese, al contrario, frente a todos, lleno de dignidad.
  17. Debe ser bondadoso con todos, por igual; si quisiera tener alguna preferencia, téngala con el más necesitado.
  18. A los muchachos hay que brindarles muchas satisfacciones morales: siempre hay que alentarlos, jamás acobardarlos.
  19. El recreo debe ser el ejercicio gimnástico y una ayuda considerable para la salud física -para el normal desarrollo del cuerpo- y moral, para las virtudes de la mente.
  20. Los prefectos de alumnos, que saben animar los recreos con múltiples entretenimientos y saben alentar al trabajo y al estudio, obran un gran bien en la Congregación.
  21. Dése a los jóvenes una variada alimentación de prácticas devotas.
  22. La directiva para obrar el bien nos la da el Señor: "Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón".
  23. Cuando en lugar de unión se nota distancia entre los corazones, es señal de que hubo una corrección incorrecta, es decir, no hecha con caridad y buenos modales.
  24. ¡Cuánto aprovecha la santa pureza para estar con los jóvenes! La pureza duplica la caridad y multiplica los buenos frutos.
  25. Para que el sistema preventivo quede bien fijo en la mente y en el corazón:
1) Hay que reparar en que todos somos hermanos en Cristo, herederos del mismo Paraíso; que el prójimo cuanto más infeliz tanto más merece nuestro cuidado; muchos defectos que nos chocan son fruto de ignorancia y poco o nada ofenden a Dios.
2) Está escrito que "quien no da mano a la vara odia a su hijo" y por lo tanto un padre, que ama y sufre, puede y debe a veces recurrir al castigo; así el superior que ama y sufre puede y a veces debe dar ejemplo de severidad, sin olvidarse nunca de la misericordia.
3) Téngase en cuenta que puede existir una tentación peligrosa: a veces por celo vienen ganas de desunir los ánimos de los superiores entre sí y con los inferiores. Es preferible pecar por indulgencia que por rigor. Acuérdense todos que hay que imitar al Divino Corazón de Jesús, manso y humilde.

lunes, 14 de febrero de 2011

Superiores y subordinados

  1. Los Superiores, al dirigir a sus subordinados, traten de ser -más que superiores- padre, hermanos, amigos: favorezcan con sencillez el amor confidencial propio de las familias patriarcales: llamen a sus dependientes cariñosamente, por su nombre; sólo en casos raros y necesarios hagan valer la autoridad, para que no sufra daño la caridad.
  2. Nuestro sistema es éste: los que presiden asuman corazón de padre, más aún, de madre; y estén listos a muchos sacrificios.
  3. A todos los cohermanos, de cualquier edad y oficio, les sea permitido exponer, de viva voz o por escrito, su modo de pensar; porque suele el Señor manifestar su voluntad en forma más clara por la boca de los sencillos y humildes; y también se consolida esa familiaridad que debe unir y fusionar la mente y el corazón de todos los miembros del Instituto.
  4. Es un arte muy importante el de saber empujar y guiar a los demás -por los medios del amor- a sacrificarse por la Obra: en esto consiste a menudo el secreto de un buen gobierno de la comunidad religiosa. A tal fin es necesario que los Superiores se hagan bien querer en el Señor y que ellos sean los primeros en dar ejemplo de abnegación y suave virtud.
  5. La prudencia es la máxima dote de quien tiene el difícil mandato de la dirección.
  6. Los subordinados piensen que servir a Dios es reinar, que es mejor obedecer que mandar. La perfección y la santidad consiste en amar a Dios y al prójimo; la caridad fraterna es siempre prenda de felicidad temporal y eterna.
  7. Los superiores intermedios deben vivir con gran humildad y desconfiar de sí mismos. Pidan al Señor que los libre de las tentaciones de los jóvenes, a saber: de la precipitación, la liviandad, la presunción, el egoísmo. Consideren una gracia insigne el poder brindar su tiempo al servicio de Dios y del prójimo. Acaren las directivas de sus superiores con sumisión, sabiendo interpretar su espíritu; déjense llevar, en sus relaciones con ellos, más por el amor y la confianza que por el temor.
  8. Un padre que ama y sufre puede -a veces- largar un buen bofetón a su hijo caprichoso; igualmente el Superior, si ama y sufre, puede y debe, a veces, dar ejemplo de severidad, sin olvidar nunca la misericordia, aún cuando suba la cólera. El castigo debe mejorar al individuo, jamás empeorarlo; el ejemplo de rigor debe infundir un sentimiento no tanto de temor y miedo, cuanto de amor dolorido y piedad filial.
  9. El personal íntimamente apegado a la Pequeña Casa mora en ella con plena confianza, brindando su obra caritativa no ya con temor, sino con cariño.
  10. El que tiene poder de mando piense que puede ser el consuelo o una prueba de tormento para los subordinados: gran desventura sería destrozar un corazón, en lugar de envolverlo en un halo de bondad.
  11. La superioridad radica toda en la sola virtud y en el mérito.
  12. Una vez que se haya corregido o castigado una falta, no se la recuerde más; los superiores más bien traten al que faltó con mayor cariño; pidan al Señor que les done una tierna caridad para con todos en general, y más en particular, para con sus cohermanos.

Confianza en la Providencia

  1. Vivir en mucha pobreza y confiar completamente en la Divina Providencia es virtud de alta perfección.
  2. Dos cosas hacen faltar la Providencia del Señor: la desconfianza y el pecado.
  3. Desconfiando se impide la intervención de la Providencia.
  4. Cuando la Providencia ha abierto camino, no se debe perder tiempo: es necesario apurarse y proseguir en él.
  5. En las fundaciones, cuando intervienen las medidas humanas y la ayuda del brazo del hombre, parece que la mano de la Divina Providencia se acorta.
  6. Si quieren que la Congregación se vuelva anémica y se desplome al suelo, permítanle que se enriquezca. Las comodidades y las riquezas le propinarán el veneno.
  7. Secreto y alma de la Obra es la confianza en el Señor.
  8. Dios proveerá para pagar las deudas que se contraigan con recta intención, prudente juicio y para una obra santa.
  9. Vale más un grano de confianza en Dios que cien de providencia o previsión humana: desconfiando se impide la intervención de la Providencia.
  10. No podemos detenernos mientras haya pobres que acoger, necesidades que proveer.
  11. Dulce es siempre el pan que viene de las manos del Señor providente: dulce especialmente cuando cueste esfuerzo y sudores.
  12. ¡No se desconfíe nunca en la Providencia! Ella dará por lo que se haga.
  13. ¡Qué hermoso es vivir y morir bajo el amparo de la Divina Providencia!
  14. Ábranse Casas y alójese a los necesitados, confiando sobre todo en la ayuda de la Divina Providencia. No se tenga la preocupación de acrecentar patrimonios: lo que envíen la Providencia póngase al servicio de los pobres, teniendo presente la enseñanza de Jesús: "Danos hoy nuestro pan de cada día... Busquen el Reino de Dios, lo demás se les dará por añadidura".
  15. Entre varios candidatos se preferirá al que sería expuesto a mayores peligros morales, de no ser aceptado.
  16. Nosotros somos como los pollitos bajo las alas de la Divina Providencia Madre.
  17. Mucho mejor es encontrarse en circunstancias tales que debamos depender de la ayuda divina más que de la humana.
  18. Mucha fe y recta intención ha de tener aquél que el Señor llama a ser instrumento de la Providencia.
  19. Será bendecida en modo especial la Casa cuyos miembros, como hormiguitas laboriosas, se apliquen con diligencia a procurar el bienestar moral, espiritual y económico de la Casa.
  20. El verdadero Superior de la familia es el Señor providente. Los superiores de la Casa representan a Dios y son simples instrumentos suyos. Como en las colmenas y en los hormigueros está la reina que manda y las obreras que obedecen y juntas trabajan incansables, así superiores y dependientes, firmemente unidos, se esfuerzan en cumplir cada uno con su tarea, para proveer a las necesidades comunes, y trabajan de tal modo que todo lo esperan de la Divina Providencia y nada de sí mismos.
  21. El Señor es un Padre tan generoso que a sus criaturas dona su propio Corazón a cambio del corazón humano tan pobre. En esto reside la fuerza del principio y progreso de las Obras de la Casa de la Divina Providencia: no se cansen los Superiores de afirmarlo, y los subordinados de oírlo repetir. Con estas máximas en la mente y en el corazón, todos los miembros de la Casa deben sentirse dichosos y transparentar su alegría, porque son hijos de la Divina Providencia, de la cual agradecen la bondad. Pero también consideren que siguen a Cristo pobre y atribulado, y por lo tanto, armados de fe, esperanza y caridad, deben sostener el peso de la pobreza y los fastidios de cada día.
  22. Cuando a la Providencia plazca probarnos con las angustias de la escasez ¡qué nadie se desanime o se queje! Piensen todos que se puede, y es provechoso, ser mártir, como de otras virtudes, también de la santa pobreza.
  23. La Casa de la Divina Providencia debe apuntar y mirar alto: procure que el Asilo se llene de pobres, los cuales -es sabido- son muy queridos por Dios y hacen bajar la lluvia de la Providencia.
  24. ¡Hasta medianoche me ocupo yo, después de medianoche se ocupa Dios!
  25. El Señor alimenta a las aves del cielo y a las hormigas de la tierra: ¡cuánto más cuidará de nosotros, en cada circunstancia, sobre todo si mostramos creer y obedecer su exhortación: "Busquen primero el reino de Dios y su justicia; lo demás se les dará por añadidura"!
  26. Los Siervos de la Caridad son hijos de la Divina Providencia; es precisamente en los casos de enfermedad o en las dificultades cuando deben patentizar su confianza en el Padre celestial, que apacienta buenos y malos, pero en especial cuida de sus hijos y fieles servidores, socorriéndolos amorosamente con el remedio necesario.
  27. El Señor se ha obligado a darnos lo necesario, no así lo superfluo o agradable.
  28. Gay que prestar suma atención a las indicaciones de la Providencia, y confiar altamente.
  29. Hace falta ser agradecidos a la Divina Providencia, correspondiendo a su gracia y cuidando del trabajo y de la economía.
  30. La Providencia hay que merecerla: creyendo con firmeza, esperando el tiempo y modo oportuno, rechazando las ansiedades, trabajando duro.
  31. Una finalidad humana, aunque no mala, haría temer por el fracaso de una obra que se empieza.
  32. No le cuesta al Señor hacernos llegar los medios necesarios para construir casas e iglesias para sus pobres: el dinero es tierra y el mundo está lleno de tierra. ¡Tengan fe!
  33. Para recibir a dos manos de la Providencia, es necesario dar a cuatro manos a los pobres.
  34. Los Superiores representan a Dios, los pobres son los benjamines de la Providencia, los verdaderos señores y patrones.
  35. Han de regir las Obras el espíritu de fe en la Providencia, el trabajo, el sacrificio; en dos palabras la santidad y el trabajo.
  36. De tejas abajo hay profunda oscuridad; miremos de tejas arriba. Si no hay confianza, la Casa se derrumba.
  37. Una Casa de Providencia, con muchos asilados que deben vivir su fe en la Divina Providencia, es natural que se encomiende a las oraciones de los buenos sobre la tierra y a muchos Santos del Paraíso.
  38. Recuerden los Siervos de la Caridad que aquel Dios que viste los lirios del campo con tal hermosura que ni Salomón la tuvo, nunca hará faltar nada a aquellos que trabajan únicamente por Él y para mayor gloria de su Nombre.

domingo, 13 de febrero de 2011

Caridad con los pobres

  1. El que da a los pobres presta a Dios.
  2. Para recibir a dos manos de la Providencia, hay que dar a cuatro manos a los pobres.
  3. Llénese de pobres la Casa, y caerá una lluvia de bendiciones.
  4. Todos los asilados han de estimarse como amigos queridos y hermanos en Jesucristo.
  5. Los asilados son nuestros amigos y los preferidos de la Providencia: hay que amarlos para que Dios nos asista.
  6. A los ancianos, porque son más dolientes, hay que tenerles mayor compasión; más que físicamente se los ha de mirar con ojos de fe, pues han quedados privados de la natural atracción de los afectos puramente humanos.
  7. El amor sugerirá los modales y discursos adecuados para aliviar a los doloridos.
  8. Un pobre apenado se gana con el trato cortés y se pierde con un trato grosero.
  9. A los ancianos e inválidos no hay que hacerles nunca reproches ni se los debe afligir.
  10. Haya especial cuidado de los abandonados y de los que no tienen recurso humano.
  11. Téngase a los subnormales verdadera estima y cariño como a criaturas de Dios, como a miembros de Jesucristo.
  12. La enfermería bien puede llamarse la hospedería de Dios, pues en ella se hospedan los pobres enfermos, que son la imagen más real de Jesucristo.
  13. Todos los miembros de la Casa han de educarse a sentimientos vivos de compasión hacia todo género de afligidos; un corazón bondadoso es bendecido por Dios.
  14. Los pobres son nuestros predilectos: por ellos debemos trabajar y sufrir.
  15. Reflexiónese en que los pobres son infelices, y como tales hay que compadecerlos. La pobreza es tan grande bajo el punto de vista de la Fe: es necesario que al menos en parte se sientan las privaciones de la pobreza, para que sea meritoria.
  16. Los pobrecitos inválidos son muy sensibles al buen y al mal trato; son como los niños que pronto se ganan y pronto se pierden.
  17. Mientras haya pobres y necesitados no se puede poner punto final a las obras de caridad.
  18. Los enfermeros tengan un corazón rebosante de inteligencia y ternura.
  19. Un pueblo de hambrientos que se alimenta a la mesa de la caridad cristiana es como una multitud de ángeles que traen a la tierra favores celestiales.
  20. Un pobrecito se presenta ante ustedes y extiende con vergüenza la mano pidiendo piedad... Ustedes sacan la suya y dejan que se escurra en la de él copiosa limosna. El mendigo agacha la cabeza, depone un afectuoso beso sobre el dorso de vuestra mano, dejando caer sobre ella dos gruesas lágrimas. ¡No las sequen! Son dos joyas preciosas: preséntenlas al Cielo diciendo: "Señor, a mi me diste la satisfacción de socorrerlo; a él el don del agradecimiento..." Alégrense, porque la mano que da limosna es una mano bendita.
  21. Los que asisten a ancianos e inválidos son como el soldado que sostiene entre sus brazos al amigo herido de muerte.
  22. Cuando llegue el momento de entregar a la madre tierra el cuerpo de nuestros abuelos difuntos, entonces se dé cabida -entre la Casa y entre sus familiares- a sentimientos de cristiana tristeza y confianza; abúndese en los sufragios, para asegurar al alma su eternidad feliz.
  23. En el juicio final Dios tendrá misericordia con los que la practicaron con los pobres.
  24. Un cristiano que tenga fe y corazón no puede pasar indiferente ante la indigencia del pobre; ahí se conoce si es verdadero discípulo de Cristo: si tiene caridad con los que sufren.

Buen ejemplo

  1. El mundo necesita el aire puro de la virtud.
  2. El buen ejemplo es una flor fragante, que -como la violeta- se esconde entre las hierbas y, sin embargo, se hace notar. Es como la hermosísima azucena que -aún vista de lejos y de cualquier lado- alegra el corazón.
  3. El buen ejemplo es como un rayo de luz que baja del paraíso; es como un fuego que calienta los corazones fríos; es un imán que atrae y une a Dios.
  4. El buen ejemplo es la primera y más elocuente de todas las escuelas.
  5. Más vale la lección del ejemplo de un santo que la ayuda de volúmenes enteros que dictan preceptos de filosofía puramente humana.
  6. El sacerdote sea un preclaro dechado de buenas costumbres, cuídese de toda apariencia de mal. En las miradas, en los gestos, en toda su conducta debe mostrar decoro y santidad. Sea interior y exteriormente ministro de oración: siempre ha de orar, con la boca y el corazón. Su vida intachable ha de ser comprobada con hechos y palabras de caridad.
  7. El director espiritual ha de preceder con el buen ejemplo, porque éste arrastra, como el imán atrae el fierro. Sea intachable en el estudio y en la oración, porque el cuidado de las almas es el arte de las artes.

Contacto con Dios

  1. La gracia del Espíritu Santo, como combustible en la nave, nos permite surcar el mar de la vida.
  2. El Señor se fija en ti, como un padre lo hace complacido en su hijo único.
  3. Tras tantos siglos de cristianismo, ¿se encuentran todavía cristianos por la mitad?... Duele recordarlo. ¡Cuántos hay, cuántos!
  4. Jesús está a la puerta de tu corazón. Golpea con el latido del arrepentimiento y llama con la voz de las inspiraciones, ¿te parece abrirle?
  5. La Iglesia es nuestro Paraíso en la tierra.
  6. Para entenderse justamente con los hombres, hay que saberse entender ante todo con Dios, que es camino, verdad y vida.
  7. El Señor te observa con suspiros de amor, mejor que una madre que cuenta los latidos del niño que duerme.
  8. Jesucristo es el Amigo que no abandona.
  9. El asiduo conversar con Dios sirve para avivar más la caridad.
  10. Tu mayor consuelo aquí en la tierra es mirar hacia Dios y llamarlo: ¡Padre! ¡Padre!
  11. Los Siervos de la Caridad deben saber comunicarse con Dios en los ejercicios -hechos en común- de la meditación, del examen práctico, la oración vocal, etc., porque donde hay varios reunidos en su nombre, allí está Jesús en el centro, que todo lo rige y gobierna.
  12. El espíritu de cada casa debe ser el de una familia, que todo lo tiene en común, bienes espirituales y temporales. ¡Ojalá se refleje en cada familia de la Congregación el resplandor de la Sagrada Familia de Nazaret!