domingo, 13 de febrero de 2011

Caridad con los pobres

  1. El que da a los pobres presta a Dios.
  2. Para recibir a dos manos de la Providencia, hay que dar a cuatro manos a los pobres.
  3. Llénese de pobres la Casa, y caerá una lluvia de bendiciones.
  4. Todos los asilados han de estimarse como amigos queridos y hermanos en Jesucristo.
  5. Los asilados son nuestros amigos y los preferidos de la Providencia: hay que amarlos para que Dios nos asista.
  6. A los ancianos, porque son más dolientes, hay que tenerles mayor compasión; más que físicamente se los ha de mirar con ojos de fe, pues han quedados privados de la natural atracción de los afectos puramente humanos.
  7. El amor sugerirá los modales y discursos adecuados para aliviar a los doloridos.
  8. Un pobre apenado se gana con el trato cortés y se pierde con un trato grosero.
  9. A los ancianos e inválidos no hay que hacerles nunca reproches ni se los debe afligir.
  10. Haya especial cuidado de los abandonados y de los que no tienen recurso humano.
  11. Téngase a los subnormales verdadera estima y cariño como a criaturas de Dios, como a miembros de Jesucristo.
  12. La enfermería bien puede llamarse la hospedería de Dios, pues en ella se hospedan los pobres enfermos, que son la imagen más real de Jesucristo.
  13. Todos los miembros de la Casa han de educarse a sentimientos vivos de compasión hacia todo género de afligidos; un corazón bondadoso es bendecido por Dios.
  14. Los pobres son nuestros predilectos: por ellos debemos trabajar y sufrir.
  15. Reflexiónese en que los pobres son infelices, y como tales hay que compadecerlos. La pobreza es tan grande bajo el punto de vista de la Fe: es necesario que al menos en parte se sientan las privaciones de la pobreza, para que sea meritoria.
  16. Los pobrecitos inválidos son muy sensibles al buen y al mal trato; son como los niños que pronto se ganan y pronto se pierden.
  17. Mientras haya pobres y necesitados no se puede poner punto final a las obras de caridad.
  18. Los enfermeros tengan un corazón rebosante de inteligencia y ternura.
  19. Un pueblo de hambrientos que se alimenta a la mesa de la caridad cristiana es como una multitud de ángeles que traen a la tierra favores celestiales.
  20. Un pobrecito se presenta ante ustedes y extiende con vergüenza la mano pidiendo piedad... Ustedes sacan la suya y dejan que se escurra en la de él copiosa limosna. El mendigo agacha la cabeza, depone un afectuoso beso sobre el dorso de vuestra mano, dejando caer sobre ella dos gruesas lágrimas. ¡No las sequen! Son dos joyas preciosas: preséntenlas al Cielo diciendo: "Señor, a mi me diste la satisfacción de socorrerlo; a él el don del agradecimiento..." Alégrense, porque la mano que da limosna es una mano bendita.
  21. Los que asisten a ancianos e inválidos son como el soldado que sostiene entre sus brazos al amigo herido de muerte.
  22. Cuando llegue el momento de entregar a la madre tierra el cuerpo de nuestros abuelos difuntos, entonces se dé cabida -entre la Casa y entre sus familiares- a sentimientos de cristiana tristeza y confianza; abúndese en los sufragios, para asegurar al alma su eternidad feliz.
  23. En el juicio final Dios tendrá misericordia con los que la practicaron con los pobres.
  24. Un cristiano que tenga fe y corazón no puede pasar indiferente ante la indigencia del pobre; ahí se conoce si es verdadero discípulo de Cristo: si tiene caridad con los que sufren.

No hay comentarios:

Publicar un comentario