martes, 8 de febrero de 2011

Caridad y corrección fraterna

  1. En una Congregación religiosa debe primar, ante todo, reina y soberana, la Caridad. Sin embargo hay que reparar en que es una flor primorosa de la Caridad el llamar la atención -pronta y enérgicamente- tiende a desviarse y alejarse como un cordero indócil de balido de la madre y del rebaño.
  2. Las Instituciones religiosas que han surgido a lo largo de los siglos prosperaron en tanto se mantuvo en ellas la gracia de amarse unos a otros en el Señor.
  3. El corazón de los cristianos que viven en comunidad debe armarse de paciencia y saber tolerar a los demás, ayudarlos y aprovechar la ocasión para atesorar méritos.
  4. Ámense, ámense tiernamente en Dios, nobilísimo centro de sus aspiraciones, y su amor se volverá fuente de alegría y los llenará de méritos para la otra vida.
  5. Defectos tenemos todos: es necesario insistir que la caridad bien entendida está en soportarse recíprocamente los defectos.
  6. Ténganse mutua confianza, cultivando la virtud de la sana alegría.
  7. Hay que desconfiar de los caracteres cerrados: se parecen a libros cerrados, que no se pueden leer.
  8. Se debe tener la sustancia de la caridad; no es necesario poseer íntegramente la forma y los accidentes de la misma, porque ciertos modales ásperos y toscos son como las espinas que protegen a la hermosa flor de la rosa. Hace falta comprender bien esto, para que nadie se admire o escandalice.
  9. Es una tentación grave reparar en los defectos o imperfecciones de las personas o del gobierno, defectos que generalmente son imposibles de eliminar. La mutua comprensión y el humilde y paciente ejercicio de la caridad son el remedio más eficaz y esto hay que recomendarlo cálidamente.
  10. Fuerte lazo de unión fraternal y de unidad directiva es que cada uno de los Superiores inmediatos y mediatos cumpla diligentemente con su tarea.
  11. Todo miembro de la Familia ha de corregir, en cuanto pueda, su carácter: ha de llegar a un trato sencillo, desinhibido y alegre, de tal modo que todos queden admirados, contentos y edificados.
  12. El hombre religioso no pierda un solo minuto de tiempo: todas sus energías -del cuerpo y del espíritu- las ha de emplear para asegurar su santificación personal y la salvación del prójimo.
  13. No sólo en conferencias, sino también en reuniones comunes, como a la mesa, en los recreos, es bueno que se converse de cosas útiles, en particular acerca de la mejor manera de hacer progresar el Instituto.
  14. Apunta a una profunda espiritualidad, pero ten paciencia con quien tiene un paso más lento.
  15. Por medio de las prácticas piadosas, crezcan los religiosos en la escuela de los santos, saboreen la dicha de la conversación celestial.
  16. He aquí lo que constituye a un "santo": cumplir bien con su oficio.
  17. Ante los ojos de Dios, en su casa, toda tarea es noble y meritoria. El que ejecuta bien los pequeños oficios, sabrá llevar a cabo las más grandes empresas.

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