- La santidad, y por lo tanto la felicidad del hombre, consiste en observar los preceptos de la caridad, aún cuando las pruebas sean grandes y difíciles.
- Cuando experimentamos alguna pena particular, alentémonos al ver que los santos han padecido alegremente penas mayores.
- Debemos trabajar con voluntad vigorosa, con espíritu alegre, porque si es del agrado de Dios podemos brindar al prójimo un buen ejemplo de abnegación, y así cumplimos con la voluntad de nuestra vocación.
- Cualquier desventura que nos sobrevenga no debemos juzgarla una desgracia, sino un cáliz de amorosa medicina.
- Este mundo está lleno de iniquidad: necesita víctima para que se salve.
- No hay satisfacción que se pueda comparar con las del sufrimiento.
- Es hermoso llorar con quien llora, mucho más hermoso es gemir para que los demás puedan disfrutar de las delicias del Cielo.
- Los padecimientos forman el baño que sirve para purificar el alma y que pueda presentarse limpia a la presencia de Dios.
- La escuela del dolor es la más eficaz que Dios usa con nosotros.
- Sin padecer mucho es imposible a cualquiera alcanzar un grado de virtud y prosperidad.
- Dolores y alegrías se alternan en la vida: hace falta amar las tribulaciones para ser dignos de consuelos que luego Dios otorgará en la prosperidad.
- Las dificultades son el sello de aprobación de nuestras obras.
- El cimiento de las Casas de la Divina Providencia está representado por la letra "F" repetida cuatro veces: "fame, fumo, freddo, fastidi" (esto es: hambre, humo, frío, molestias).
- Poco a poco, amorosamente, es necesario llevar el corazón de los jóvenes por el camino espinoso de la Cruz, hacia la santificación.
- Se desea que los Siervos de la Caridad sean héroes en el ejercicio de la mortificación con este sencillo recurso: doblar los hombros en un suave pero continuado trabajo en el desempeño de sus oficios.
- Se desea que cada uno se acueste a la noche cansado y como molido a palos, y así pueda dormirse satisfecho y feliz.
- Cuantos mayores sean las pruebas a las que Dios quiera someterlos, tanto mayores serán las gracias con las que Él los colmará.
- Para ser pequeños fundadores se necesita ardor, sacrificio y fe.
- Dios es el manantial inagotable de felicidad.
- Nuestra penitencias, nuestro cilicio, lo constituya un trabajo enérgico.
- Obsérvense con diligencia los días de abstinencia y ayuno que manda la santa Iglesia; agréguese, en obsequio al Sagrado Corazón el ayuno de todos los viernes del año. Otras mortificaciones se pueden suplir con la operosidad enérgica y el eficaz desempeño en las tareas.
- Nuestro mayor sacrificio es el de observar la Regla con exactitud.
Aquí encontrarás la recopilación de máximas y avisos del Beato Luis Guanella que constan en el libro "Luces para un camino".
domingo, 13 de febrero de 2011
Sufrimientos y alegrías
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