- El primer paso en el camino de la perfección se da al despegarse de las cosas terrenales: esto es absolutamente necesario para amar de veras a Dios, y poder vivir en paz consigo y en caridad con el prójimo.
- La pobreza, a la luz de la fe, es un gran regalo; de alguna manera hay que experimentar los efectos de la pobreza.
- Practicando la pobreza el religioso se gana un tesoro del Paraíso; es de fe la promesa: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque a ellos pertenece el Reino de los Cielos.
- Una basurita cualquiera en los ojos nos molestaría: lo mismo a la Congregación un afecto menos recto o decoroso.
- En cada uno quede apagado el deseo de las cosas terrenas: acostúmbrese cada cual a ver superfluo hasta lo necesario. Lo que tenemos no es nuestro, sino de los pobres, porque por ellos nos ha sido dado y para ellos lo buscamos.
- Aténganse los sacerdotes -escrupulosamente- a las reglas de pobreza: en la persona, en la pieza, en las adquisiciones, según la índole de la casa.
- Los Siervos de la Caridad muy observantes buscan para sí el último lugar a la mesa, en los vestidos, en el descanso.
- Mantengan limpias y acogedoras sus Casas, pero cuídense de las pretensiones del progreso, que podría ser una chispa apta para provocar un incendio.
- Si quieren que la Congregación languidezca, hagan que se vuelva rica: la prosperidad y las riquezas mayores y menores proveen de veneno que corrompe.
Aquí encontrarás la recopilación de máximas y avisos del Beato Luis Guanella que constan en el libro "Luces para un camino".
domingo, 13 de febrero de 2011
Pobreza
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