domingo, 13 de febrero de 2011

Castidad

  1. El corazón del cristiano casto debe ser de oro puro, ferviente en la caridad, como el sol que ilumina y calienta cualquier cosa creada, aún sucia, sin recibir en su resplandor ninguna mancha.
  2. El fuego rechaza de sí las gotas de agua porque son contrarias a su naturaleza; de igual modo, el corazón puro rechaza de sí cualquier pensamiento impropio.
  3. El corazón del cristiano casto está hecho a semejanza del Corazón adorable de Jesús.
  4. Todo cristiano santamente educado se comporta como cándida y fragante azucena, siempre en acitud de alegrar la visa y el olfato con su presencia.
  5. El cristiano, casto en las facultades y en los sentidos del cuerpo, debe ser como la hierba sensitiva que no quiere ser tocada: se debe conservar cándido como la nieve en los sentidos de la vista, del oído, del gusto, del olfato.
  6. Los medios para conservarse puros y casos son: vivir constantemente en la divina presencia; vigilar los sentidos; orar sin interrupción; comulgar cada día, permitiéndolo el confesor... guardar su corazón de los afectos de simpatía o antipatía; huir, como de la peste, de las parcialidades y sensiblerías. Luego vivir sobriamente en cuanto a los alimentos, bebida, descanso; y por fin: tener siempre enérgicamente ocupadas las fuerzas físicas y mentales. Esto constituye un remedio seguro para salir airoso y puro de cualquier grave tentación.

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